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El viaje enológico de esta semana en la Escuela Europea del Vino sigue por Francia y nos adentra en la vecina Italia, un país reconocido por sus sabores tradicionales y la belleza de sus ciudades, y en el que puedes encontrar viñedos a cada paso que ofrecen vinos marcados por sus diferencias climáticas y la propia idiosincrasia de sus zonas. Conocer la gran diversidad de sus vinos, es a la vez, un desafío y un placer que no nos podemos perder.

Reconocer una uva Nebbiolo, un vino típico del Piamonte, o disfrutar con un Mascatto son los desafíos de la cata de hoy dirigida por la Enóloga Carmen de Aguirre, directora de la Escuela Europea del Vino. Comenzamos…

El primer vino es Santa Margherita que nos llega DOC Valdadige, de la región de Veneto. Un blanco que ya nos seduce con su claro color amarillo limón. Sorprende por su marcado carácter frutal en la nariz con aromas cítricos a pomelo, manzana verde, con una intensidad media que dan paso a sutiles toques florales al final. Con una acidez media muy bien integrada, presenta una boca fresca, recordando en los aromas retronasales a esas frutas cítricas encontradas al principio. Elaborado con la variedad típica italiana Pinot Grigio es un vino ideal para acompañar con mariscos, pescados blancos, e incluso con alguna carne blanca.

Grand Ardèche con su variedad Chardonnay año 2013 típico de la región de Bourgogne. Es un vino que tras disfrutar de su intenso color amarillo dorado, sorprende por su gran elegancia en nariz, brindando marcados aromas secundarios al principio para dar paso después a toques florales y frutas maduras como el albaricoque, piña, maracuyá, membrillo o plátano. La vainilla, coco y avellana natural continúan acentuando esta gran complejidad de aromas. En la boca se descubren sus taninos suaves, pero presentes para ser un blanco dejando una agradable sensación de astringencia que se refresca gracias a su acidez, que le permitirá seguir envejeciendo en botella al menos unos 3 o 4 años más. Ideal para acompañar un arroz con bogavante, por ejemplo.

Sin dejar la región de Bourgogne pasamos ahora a un tinto elaborado con Pinot Noir, Hautes-Côtes de Nuits 2014. De capa media-baja y con un bonito color rojo rubí, descubrimos un vino muy afrutado que recuerda a frutas rojas como las cerezas, ciruelas, grosella y sobre todo al cassis. Tras airearlo aparecen aromas lácteos y ligeros toques aportados por la crianza en madera a tabaco, vainilla y ahumados. Sus taninos en boca son ligeros, con cierta aspereza aterciopelada y un gran equilibrio entre su buena acidez y el alcohol. Para disfrutar ahora o guardar un par de años y armonizarlo con alguna carne blanca pobre en grasas, o algún pescado como el salmón o el atún.

Seguimos en Francia, Georges Duboeuf nos ofrece un Beaujolais Nouveau elaborado con la variedad Gamay típica de la región, una vid vigorosa que debido a ciertas técnicas vitícolas ofrece una uva con un alto nivel de acidez a menudo suavizada con maceración carbónica como es este caso. De un color rojo púrpura y capa media, tiene una intensidad media-alta en nariz alternando aromas primarios muy frutales con los secundarios que recuerdan al yogurt de mora o frambuesa. En boca es un vino equilibrado, con buena acidez y taninos casi redondeados. Ideal para acompañar en estos momentos con alguna carne roja poco elaborada.

De la Còte du Rhône nos llega Parallèle 45, un vino con un color rojo más evolucionado evocando ciertos toques a teja y castaño. Sus aromas juegan entre las frutas rojas maduras como la picota o ciruela y los aportados por la crianza en madera como el tabaco, canela o nuez moscada. Es un vino con una buena intensidad aromática, muy especiado. La entrada en boda es de una gran elegancia, con taninos aterciopelados y buen volumen en boca. Es un coupage de garnacha y syrah del 2012 que podría conservase hasta un par de años más. Para disfrutar con algún queso manchego semi-curado o alguna carne roja.

Volvemos a Italia con un Dolcetto D’Alba de la bodega Ceretto, elaboradores que cuidan mimosamente el viñedo. Fruto de ello es este vino de color rojo marrón oscuro, con una nariz con un marcado carácter debido a los aromas terciarios aportados por la madera y la crianza en botella. Destacan los aromas a clavo, nuez moscada, almendra tostada y ahumados de intensidad alta. En la boca sorprende su calidez y taninos aterciopelados. Con un cuerpo medio está en el momento justo para ser disfrutado, tal vez con un solomillo de cerdo.

De la gran zona vitivinícola de Bordeaux hemos catado Haussmann, un coupage de tres variedades Merlot, Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc. De capa media con un bonito color rojo granate. Con una intensidad media en nariz recuerda al regaliz de palo y frutos negros, con un sutil recuerdo a ciruelas maduras y con algunos aromas terciarios como el café, tabaco y caramelo. Su boca es muy golosa recordando a la fruta madura, sus taninos son casi sedosos. Un vino muy bueno en todo su conjunto, equilibrado. Podría maridar con una carne de caza poco especiada.

Del Piamonte pudimos disfrutar Barolo 2006 de la familia Boroli. Elaborado con la variedad Nebbiolo típica de la zona. De capa media con el color rojo teja muy evolucionado. Al principio todos sus aromas son terciarios, con una gran complejidad, nuez moscada, café, tofe, algunos toques a hoja de eucalipto y aparecen al final algunos toques a higo. Un vino muy elegante y armonioso al probarlo, delicado, con sus taninos muy sedosos. Se aprecia aún su vivacidad y puede ser perfecto para maridad con carnes y quesos, incluso con algún plato con ligero picante.

Para ir cerrando catamos un vino dulce, Moscato D’Asti. Limpio y con un atractivo color amarillo dorado, casi ambarino, con una burbuja bastante grande y poco ordenada. Al acercarlo a la nariz recuerda claramente al mousse de limón, con toques de albaricoque, mango y miel. Su entrada en boca es dulce pero dejando paso a una liviana acidez que lo hace muy refrescante y fugaz. Debido al azúcar, tiene una alta viscosidad. Equilibrado, es un vino ideal para beber ahora con algún postre elaborado con frutas cítricas, no muy dulce, combinado con hojaldre o galletas

Y terminamos con un vino típico italiano, Lambrusco de la Regio Emilia. Un frizzante de color rojo con toques violáceos. Un marcado aroma a mermelada de mora y ciruelas, sin aromas secundarios ni terciarios. Lo más destacable es su explosiva entrada en boca debido a su burbuja adicionada de manera exógena. De astringencia muy liviana, el tanino queda enmascarado por sus potentes burbujas. Dulce y refrescante para combinar con una barbacoa de verdura, pasta o tapas livianas.

Enóloga Paloma Soto Mayordomo