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La cerveza está presente en la restauración casi a la misma altura que el vino, ya sean industriales o artesanales. Tal vez por ello, en los últimos años han proliferado las micro cerveceras artesanas que están ofreciendo a los consumidores una gran número de marcas que abarcan todos los tipos y estilos que podamos imaginar. Y de eso irá la cata de hoy, darnos un paseo por el mundo de la cerveza descubriendo las diferentes características señoriales según el tipo o estilo al que pertenezcan, así nos lo cuenta Inmaculada Talaverano.

La primera cerveza de la tarde es tipo LAGER, Heineken. Es una cerveza de color amarillo claro y brillante, y una espuma blanca intensa, cremosa y persistente en el vaso, dejando claros anillos a medida que se consume. En nariz apreciamos notas de lúpulo y masa de pan. De intensidad media-baja su complejidad es escasa. En la boca es poco amarga y ligeramente dulzona. El carbónico apreciable pero el grado alcohólico pasa desapercibido, muy bien integrado. Una cerveza ideal para el aperitivo.

De una cerveza tipo LAGER como la anterior, pasamos a una de fermentación espontánea: una LAMBIC. De las más conocidas a nivel nacional catamos Mort Subite. De marcado color rojo cereza, con espuma de la misma tonalidad, poco consistente pero dejando marcas en el vaso durante su consumo. Cerveza poco vivaz por su bajo contenido en carbónico, con aroma limpio a cerezas maduras y sabor dulce y persistente. Es muy ligera en la boca y el final es muy agradable debido a su dulzor.

Continuamos con una cerveza elaborada con trigo de tipo ALE, Belona Trigo. Destacan rápidamente sus aromas a plátano y clavo, propios de las cervezas elaboradas con este cereal. Es una cerveza fresca, con una carga alcohólica media y sabores frutales y cítricos. Está elaborada siguiendo los estilos de las cervezas de las zonas de Baviera y Bélgica.

De la zona de la Serena catamos La Bicha Serena, estilo BLONDE ALE. Cerveza de un bonito color ambarino, algo turbia, con una espuma de color marfil con gran persistencia. El tamaño pequeño de su burbuja es muy agradable en boca. Destacan sus aromas frutales al principio con algo de cítricos, dando paso después a los tostados de la malta. En boca sobresalen los torrefactos, el regaliz, con buena acidez y un alcohol muy integrado. Resalta el amargor con su gran persistencia. Ideal para calmar la sed y repetir.

Dentro de las cervezas de estilo Abadía, catamos Affligem Dubbel. Una cerveza de color caoba, con una espuma hueso y burbuja muy fina, de persistencia media. En la nariz no aparecen muchos los lúpulos aunque sorprenden un poco de florales. Algo de aromas a maltas tostadas, pero predominan los aromas de fermentación a fruta muy madura, higos, orejones. En boca aparecen los tostados, algo de regaliz, con sensación de amargor y una persistencia media.

De estilo American Blonde Ale, probamos La rubia tonta. Una cerveza que destaca por su agradable sabor con toques cítricos. Posee un bonito color dorado oscuro, con la espuma blanco hueso, muy fina y de persistencia media. Los aromas que le aportan los lúpulos son muy frescos, con toques dulces que recuerdan a la miel, pero sin perder los cítricos como la lima. Las maltas nos recuerdan al pan tostado, caramelo y regaliz. Al tragarla el amargor es poco persistente y en la retronasal nos aparecen los aromas dulces como el de la fruta en almíbar.

El éxito de Azarías, una Brown Ale, se debe a ser una cerveza pura y casta extremeña, robusta y extrema. Con su color ámbar intenso y espuma marfil, desarrolla un potente aroma con recuerdos azucarados y tenues herbales, recordando de manera muy sutil a los caramelos de violetas. Se confirma la impresión con un profundo amargor pero bien equilibrada, con sabor a «Extremadura». Una impresionante densidad para disfrutar del sabor a malta, regaliz y café natural. Su carácter único y original se disfruta en cada trago.

Terapia es una cerveza de estilo IPA (American Pale Ale). Emana un sugerente perfume con tan solo servirla. Se presenta una cerveza de color avellana, espuma fina y persistente. Con intensos aromas a fruta de la pasión, mango, maracuyá y flor de azahar, aportados por lúpulos americanos en diferentes fases del proceso de elaboración. Sigue sorprendiendo en boca con un con marcado amargor que rivaliza con su elevado grado alcohólico (º), pero remiten en equilibrio para mayor satisfacción del catador, haciéndola potente y muy agradable.

Y por último la tercera cerveza de Ballut, Zaina, estilo Porter. De color oscuro zaino, espuma beige, cremosa y persistente, su aspecto refleja fielmente el aroma a maltas tostadas casi torrefactadas, expresándose en café, regaliz, cacao y frutos secos. En boca la misma sensación inunda nuestro paladar, nota amarga pero agradable con final ligeramente dulce del higo que se añade en la cocción durante la elaboración. En boca es muy sedosa, ligeramente amarga y con mucho cuerpo.

Fdo: Enóloga Paloma Soto Mayordomo

Eso han debido pensar en la Escuela Europea del vino para ofrecernos este interesante maridaje de hoy, o simplemente, esperando ya de sus alumnos una fructífera formación, les proponen un juego: siete quesos y ocho vinos, encontremos la pareja perfecta.

De los maridajes se dice que existen por complementación, por contraste, otras veces por el lugar en el que te encuentras (regionales) o pueden estar marcados por una determinada ocasión, y la ocasión de hoy bien merece aceptar el reto y jugar, así que juguemos.

Ante nosotros siete quesos, de diferentes lugares y diferentes estilos, y nosotros dispuestos a probar el maridaje con ocho vinos también variados.

Empezamos por  un queso artesanal de leche cruda de vaca originario de Bérgamo, Italia, es un Taleggio D.O.P.  elaborado por Casa Arrigoni , con un afinado de 60 días y para el que elegimos como primer vino Pilas Bonas 2017, un coupage de Chardonnay y Sauvignon Blanc perteneciente a la D.O.P Pago Casa del Blanco. Los armonizamos por la juventud de ambos y probamos. El aroma del queso recuerda claramente a la mantequilla, muy lácteo, con ciertos toques herbales y a pasto, con una textura en boca algo arenosa que se rompe en grumos. El vino es muy elegante en nariz recordando toques típicos de las variedades como el pasto recién cortado, algunas frutas cítricas y tropicales, con una buena acidez que nos augura un buen casamiento con el vino. Al probarlos, el queso hace que se potencien en el vino los aromas retronasales que recuerdan a la manzana. El vino hace que se nos pierda un poco el queso, por ello, lo probamos con el siguiente vino.

Se trata de un vino espumoso de la bodega Encina Blanca, situada en nuestra vecina Alburquerque y que nos sorprende con una mejor armonía con el queso Taleggio. La cremosidad del queso se ve muy potenciada por la frescura que aporta la burbuja, saliendo el sabor umami que deja paso sin molestar a los aromas tostados y de manzana del vino. Sin duda, con este maridaje ganamos todos.

Continuamos con el queso El Abuelo Ruperto, un queso ecológico de leche cruda de oveja originario de Murcia, con un afinado entre 6 y 8 meses. Es un cremosito de pasta blanda y que probaremos primero sin la corteza y después con ella. Lo maridamos con el primer vino, el Pilas Bonas. La acidez del vino hace que la cremosidad del queso sea ligera, no se hace nada pastosa la sensación en boca, elevándose mucho los aromas en la retronasal que recuerdan a frutos secos. Este maridaje por similitud ha resultado ser mejor que el primero.

Subimos ahora la edad del queso y probamos Comté Reserva de 24 meses de afinado, un queso artesano de leche cruda de vaca, originario de Franco Condado y Ródano-Alpes, elaborado por Fromagerie Marcel Petite. Y lo hemos elegido porque queremos maridarlo con un fino de Jerez, concretamente con Fino Capataz Solera de la Casa de la firma Alvear. Pensamos que este maridaje puede ser espectacular y no nos defrauda. El potente aroma del queso y su rugosidad en boca, se ven potenciados por la solera de este fino potente, más evolucionado que los finos de referencia, por el color podría confundirnos con otro tipo de vinos de crianza biológica y oxidativa, pero no, sus aromas punzantes y delicados recuerdan a las almendras tostadas, masa fresca de pan, dejando una agradable sensación de frescor en la boca que suaviza la robustez del queso. Sencillamente, espectacular.

Llega el momento de los experimentos. Ante nosotros un Sake, bebida milenaria de Japón, Rashomon. Su aroma típico a flores blancas y algo de frutas, recuerda también al hongo koji-kin con el que lo fermentan y en boca un toque dulce. Lo probamos con la mini torta de Trujillo La Retorta de Finca Pascualete. Es un queso de leche cruda de oveja prensado a mano y elaborado a la manera tradicional. Sorprende de este inusual maridaje como el contraste del amargor de la torta desaparece dando paso a una sensación más dulce. Aparece el sabor umami, salivamos más y a pesar de ser dos productos de gran untuosidad, no se suman para dar una sensación empalagosa, sino todo lo contrario, respetando sus propias armonías y equilibrios.

Viajamos ahora a Menorca. De allí el queso Mahón-Menorca D.O.P. de Finca Son Vives. De leche cruda de vacas menorquinas y frisonas, con un afinado de 9 meses tiene marcados aromas a mantequilla. En la boca la sal está muy integrada ya que utilizan para su elaboración flor de sal. Lo maridamos con el primer vino blanco que probamos, Pilas Bonas 2017 de Pago Casa del Blanco, pero la elegancia y sutileza del vino no aguanta en boca la potencia del queso. Probamos con el primer tinto de la tarde, un coupage de Merlot, Tempranillo y Petit Verdot de Pago Casa del Blanco, un Quixote 2010. A pesar de tener aromas a vainillas muy atractivos y tener unos potentes taninos aún, la potencia del queso es tal que el vino en la boca casi desaparece. Lo probamos con un vino tinto uruguayo, Tannat 2013, de la bodega Pisano, muy potente sus sabores en boca, gran estructura y con marcados aromas a vainilla, peladillas incluso almendras tostadas. Este es el maridaje perfecto, queso Mahón-Menorca con Tannat de Uruguay.

El final del camino se iba acercando y aún quedaban dos quesos con los que debíamos jugar. El Mama Cabra y un Stilton Shropshine Blue. El primero es un queso ecológico azul, elaborado con leche cruda de cabra de manera totalmente artesanal, en Bodonal de la Sierra, Extremadura por la empresa Mama Cabra. Muy intenso en boca y de textura arenosa lo probamos con un vino rosado Encina Blanca de Alburquerque. Su marcado carácter abocado hace que el sabor del queso se potencie siendo también interesante el juego de colores entre el azul del queso y el frambuesa del vino. Ha resultado ser un curioso maridaje en el que el vino adquiere un gran protagonismo.

Probamos este queso con un Oporto, Tawny de 10 años de la bodega Burmester. El queso expresa ahora sus notas terrosas de manera fantástica, y el picor del queso aumenta considerablemente.

Y con este maravilloso vino cerramos el viaje maridándolo con el Stilton Shropshine Blue, queso artesano de leche cruda de vaca de origen Inglés, elaborado por Cropwel Bishop Creamery. El queso hace que aumenten las almendras del vino ayudando éste a repartir en la boca la grasa del queso, curiosamente es un maridaje que sorprende por aumentar la frescura de ambos participantes.

Para cerrar la velada probamos el Oporto con el primer queso, el italiano Taleggio, y el Stilto inglés con el Tannat de Uruguay.

Fue un broche de oro al fantástico viaje de esa tarde, y sin duda todos podíamos afirmar que: “Con buen queso y mejor vino, más corto se hace el camino”

Firmado: Enóloga Paloma Soto Mayordomo

El viaje enológico de esta semana en la Escuela Europea del Vino sigue por Francia y nos adentra en la vecina Italia, un país reconocido por sus sabores tradicionales y la belleza de sus ciudades, y en el que puedes encontrar viñedos a cada paso que ofrecen vinos marcados por sus diferencias climáticas y la propia idiosincrasia de sus zonas. Conocer la gran diversidad de sus vinos, es a la vez, un desafío y un placer que no nos podemos perder.

Reconocer una uva Nebbiolo, un vino típico del Piamonte, o disfrutar con un Mascatto son los desafíos de la cata de hoy dirigida por la Enóloga Carmen de Aguirre, directora de la Escuela Europea del Vino. Comenzamos…

El primer vino es Santa Margherita que nos llega DOC Valdadige, de la región de Veneto. Un blanco que ya nos seduce con su claro color amarillo limón. Sorprende por su marcado carácter frutal en la nariz con aromas cítricos a pomelo, manzana verde, con una intensidad media que dan paso a sutiles toques florales al final. Con una acidez media muy bien integrada, presenta una boca fresca, recordando en los aromas retronasales a esas frutas cítricas encontradas al principio. Elaborado con la variedad típica italiana Pinot Grigio es un vino ideal para acompañar con mariscos, pescados blancos, e incluso con alguna carne blanca.

Grand Ardèche con su variedad Chardonnay año 2013 típico de la región de Bourgogne. Es un vino que tras disfrutar de su intenso color amarillo dorado, sorprende por su gran elegancia en nariz, brindando marcados aromas secundarios al principio para dar paso después a toques florales y frutas maduras como el albaricoque, piña, maracuyá, membrillo o plátano. La vainilla, coco y avellana natural continúan acentuando esta gran complejidad de aromas. En la boca se descubren sus taninos suaves, pero presentes para ser un blanco dejando una agradable sensación de astringencia que se refresca gracias a su acidez, que le permitirá seguir envejeciendo en botella al menos unos 3 o 4 años más. Ideal para acompañar un arroz con bogavante, por ejemplo.

Sin dejar la región de Bourgogne pasamos ahora a un tinto elaborado con Pinot Noir, Hautes-Côtes de Nuits 2014. De capa media-baja y con un bonito color rojo rubí, descubrimos un vino muy afrutado que recuerda a frutas rojas como las cerezas, ciruelas, grosella y sobre todo al cassis. Tras airearlo aparecen aromas lácteos y ligeros toques aportados por la crianza en madera a tabaco, vainilla y ahumados. Sus taninos en boca son ligeros, con cierta aspereza aterciopelada y un gran equilibrio entre su buena acidez y el alcohol. Para disfrutar ahora o guardar un par de años y armonizarlo con alguna carne blanca pobre en grasas, o algún pescado como el salmón o el atún.

Seguimos en Francia, Georges Duboeuf nos ofrece un Beaujolais Nouveau elaborado con la variedad Gamay típica de la región, una vid vigorosa que debido a ciertas técnicas vitícolas ofrece una uva con un alto nivel de acidez a menudo suavizada con maceración carbónica como es este caso. De un color rojo púrpura y capa media, tiene una intensidad media-alta en nariz alternando aromas primarios muy frutales con los secundarios que recuerdan al yogurt de mora o frambuesa. En boca es un vino equilibrado, con buena acidez y taninos casi redondeados. Ideal para acompañar en estos momentos con alguna carne roja poco elaborada.

De la Còte du Rhône nos llega Parallèle 45, un vino con un color rojo más evolucionado evocando ciertos toques a teja y castaño. Sus aromas juegan entre las frutas rojas maduras como la picota o ciruela y los aportados por la crianza en madera como el tabaco, canela o nuez moscada. Es un vino con una buena intensidad aromática, muy especiado. La entrada en boda es de una gran elegancia, con taninos aterciopelados y buen volumen en boca. Es un coupage de garnacha y syrah del 2012 que podría conservase hasta un par de años más. Para disfrutar con algún queso manchego semi-curado o alguna carne roja.

Volvemos a Italia con un Dolcetto D’Alba de la bodega Ceretto, elaboradores que cuidan mimosamente el viñedo. Fruto de ello es este vino de color rojo marrón oscuro, con una nariz con un marcado carácter debido a los aromas terciarios aportados por la madera y la crianza en botella. Destacan los aromas a clavo, nuez moscada, almendra tostada y ahumados de intensidad alta. En la boca sorprende su calidez y taninos aterciopelados. Con un cuerpo medio está en el momento justo para ser disfrutado, tal vez con un solomillo de cerdo.

De la gran zona vitivinícola de Bordeaux hemos catado Haussmann, un coupage de tres variedades Merlot, Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc. De capa media con un bonito color rojo granate. Con una intensidad media en nariz recuerda al regaliz de palo y frutos negros, con un sutil recuerdo a ciruelas maduras y con algunos aromas terciarios como el café, tabaco y caramelo. Su boca es muy golosa recordando a la fruta madura, sus taninos son casi sedosos. Un vino muy bueno en todo su conjunto, equilibrado. Podría maridar con una carne de caza poco especiada.

Del Piamonte pudimos disfrutar Barolo 2006 de la familia Boroli. Elaborado con la variedad Nebbiolo típica de la zona. De capa media con el color rojo teja muy evolucionado. Al principio todos sus aromas son terciarios, con una gran complejidad, nuez moscada, café, tofe, algunos toques a hoja de eucalipto y aparecen al final algunos toques a higo. Un vino muy elegante y armonioso al probarlo, delicado, con sus taninos muy sedosos. Se aprecia aún su vivacidad y puede ser perfecto para maridad con carnes y quesos, incluso con algún plato con ligero picante.

Para ir cerrando catamos un vino dulce, Moscato D’Asti. Limpio y con un atractivo color amarillo dorado, casi ambarino, con una burbuja bastante grande y poco ordenada. Al acercarlo a la nariz recuerda claramente al mousse de limón, con toques de albaricoque, mango y miel. Su entrada en boca es dulce pero dejando paso a una liviana acidez que lo hace muy refrescante y fugaz. Debido al azúcar, tiene una alta viscosidad. Equilibrado, es un vino ideal para beber ahora con algún postre elaborado con frutas cítricas, no muy dulce, combinado con hojaldre o galletas

Y terminamos con un vino típico italiano, Lambrusco de la Regio Emilia. Un frizzante de color rojo con toques violáceos. Un marcado aroma a mermelada de mora y ciruelas, sin aromas secundarios ni terciarios. Lo más destacable es su explosiva entrada en boca debido a su burbuja adicionada de manera exógena. De astringencia muy liviana, el tanino queda enmascarado por sus potentes burbujas. Dulce y refrescante para combinar con una barbacoa de verdura, pasta o tapas livianas.

Enóloga Paloma Soto Mayordomo